Viviendo un día a la vez | Selfie Time 🤳

Dicen, que cuando te sientes bien se te ilumina el rostro. Que la plenitud del alma se reflejada en el brillo de los ojos y en la dulzura de una sonrisa sincera. Que exteriorizas aquello que reside en tu interior.

En este momento de mi vida, he decidido priorizarme por encima de todo y de todos. Esta decisión me ha llevado a conectar de nuevo con mi yo interior, a ser compasiva conmigo misma, a perdonarme, aceptarme y reconocerme perfecta en mis imperfecciones.

Me ha llevado tiempo comprender que vivir una vida agitada y bajo estrés solo conduce a un cansancio infinito. Que más se resuelve desde la serenidad que desde la angustia. Que la paz interior lo vale todo, y que no depende de terceros sino de mí misma. Que la verdadera riqueza está en acumular momentos de plenitud y no bienes materiales. Que vivir es una elección personal, y aprender a vivirla también lo es.

Aprendí que es cierto eso de que no es cuestión de llegar primero, sino de saber llegar; o que del apuro solo que el cansancio. Así que ahora voy un paso a la vez, sin prisa pero sin pausa, a mi propio ritmo y bajo mis propias reglas. Reglas que me permito romper cuando sea necesario, sin culpas ni arrepentimientos, pero sobre todo, sin temor al qué dirán.

Es increíble lo mucho que nos castigamos por fallar y lo poco que nos aplaudimos cuando lo logramos. Permitirme fallar me ha devuelto la confianza. Dejar que todo fluya me ha abierto las puertas a un horizonte de oportunidades que antes no lograba ver. Ahora valoro lo que por mucho tiempo desprecié. Ahora aprecio la belleza de los pequeños detalles. No reniego de nada, de lo vivido aprendí y sigo aprendiendo.

Pasar más tiempo conmigo misma me ha llevado a reflexionar sobre lo breve que es nuestro paso por este mundo y sobre lo mucho que a menudo lo desperdiciamos. Si mañana muriera, y todos lo haremos en algún momento… ¿qué seguiría? ¿Qué quedaría? Pues lo normal, la llamada Ley de la Vida, esa que dice claramente que la vida sigue para los que quedan, solo se apaga para quienes ya no están. Bajo esta premisa, decido vivir mi vida sin prejuicios ni miramientos, sin necedad acumulada y sin remordimientos pendejos que enferman el alma. Procurar mi propia felicidad es mi prioridad, sabiendo que cada uno debe apuntar a lo propio.

Es cierto que en nuestra sociedad se nos reclama a gritos ser más empáticos y serviciales con los demás, a preocuparnos por su bienestar antes que por el nuestro. Sin embargo, esto puede llevarnos a olvidarnos de nuestra propia felicidad y bienestar. Suena a mucho cliché, lo sé, pero es muy cierto que no abonas al bienestar de otros si no cultivas el tuyo primero. Cuesta entenderlo, pero comprenderlo es lo que finalmente dibuja en el rostro una sonrisa de auténtica plenitud.

_{Todas las fotografías de esta publicación son de mi autoría y propiedad, tomadas con un iPhone 12 Pro Max.}

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