Cuando llegué a la ciudad de Buenos Aires el año pasado, tenía una lista gigante de lugares para conocer y visitar, y resulta que la lista sigue igual de larga. Sí, les he compartido muchos lugares, monumentos, plazas y calles realmente hermosos e interesantes, pero la verdad es que la mayoría de las veces pasé por ahí por casualidad mientras hacía trámites o buscaba empleo. Finalmente decidí que no tenía prisa por conocer la ciudad y que era mejor irla conociendo poco a poco, según se viniera presentando.

Una de las cosas que más disfruto de esta ciudad son sus espacios verdes, sus plazas y parques y resulta que hace muy poco conocí el Parque Centenario, en dónde tomé la secuencia fotográfica que les comparto el día de hoy.

No estaba en mis planes ir a este parque, fui porque terminé temprano unas diligencias y casualmente estaba cerca. Además era lunes y los lunes los parques suelen estar cerrados debido a mantenimiento, por lo que nos aventuramos hacía allí sin muchas expectativas.

¡El parque tiene un lago! Ver ese lago lleno de patitos me emocionó como si yo fuera una niña pequeña, es un poco difícil describir lo que sentí al verlos, y es que los patitos me encantan. En nuestra casa de Cumaná criamos patitos hace algunos años, creo que debe haber alguna publicación por ahí al respecto, y verlos en el lago me trajo muchos recuerdos.

En el parque también había palomas, que mi esposo detesta y que parecían perseguirnos como si supieran que él no las soporta 🤣. No estaba tan concurrido, pero había niños y ancianos alimentando a patos y palomas, enamorados merendando juntos, familias paseando, una mujer tomando el sol en biquini (aunque estaba un poco nublado y no sé si se permite hacer eso) y algunos grupitos de estudiantes planeando travesuras.

Estamos en otoño y el clima estaba frío, pero no demasiado, así que lo recorrimos y luego nos sentamos a descansar por un rato. Me he dado cuenta que, estos días, la gente busca el sol desesperadamente quizá porque saben que pronto los días serán demasiado fríos para hacer meriendas al aire libre.

Este parque tan curioso que alberga un lago lleno de patos, transmite una paz que te hace olvidar que estás en medio del centro de la ciudad y definitivamente me ayudó a recargar energías en un día que fue, como todos los lunes, demasiado largo y pesado.

Imágenes de mi autoría

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English version

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When I arrived in Buenos Aires last year, I had a huge list of places to see and visit, and it turns out the list is just as long. Yes, I've shared many truly beautiful and interesting places, monuments, squares, and streets with you, but the truth is that most of the time I passed by them by chance while doing paperwork or looking for a job. I finally decided I wasn't in a rush to get to know the city and that it was better to explore it little by little, as it presented itself.

One of the things I enjoy most about this city is its green spaces, its squares, and parks. It turns out I recently visited Centenario Park, where I took the photo sequence I'm sharing with you today.

I wasn't planning on going to this park; I went because I finished some errands early, and it just so happened to be nearby. It was also a Monday, and parks are usually closed on Mondays for maintenance, so we ventured there without high expectations.

The park has a lake! Seeing that lake full of ducklings thrilled me like a little girl. It's a little hard to describe what I felt when I saw them, and I love ducklings. We raised ducklings in our house in Cumaná a few years ago. I think there must be a post about it somewhere, and seeing them in the lake brought back a lot of memories.

There were also pigeons in the park, which my husband hates and seemed to chase us as if they knew he couldn't stand them. 🤣 It wasn't that crowded, but there were children and elderly people feeding ducks and pigeons, lovers having a snack together, families strolling, a woman sunbathing in a bikini (although it was a bit cloudy and I don't know if that's allowed), and some groups of students planning mischief.

It was fall, and the weather was cold, but not too cold, so we walked around and then sat down to rest for a while. I've noticed that these days, people are desperately seeking the sun, perhaps because they know the days will soon be too cold for outdoor picnics.

This unusual park, home to a lake filled with ducks, exudes a peace that makes you forget you're in the middle of the city center. It definitely helped me recharge on a day that, like all Mondays, was too long and tiring.

Images of my authorship