Ayer, mientras caminaba por el centro de la ciudad, me encontré con una galería que tenía en exposición varias obras de arte. No pude evitar detenerme, porque algo en mí siempre se enciende cuando veo un lienzo lleno de colores y emociones.

Amo el arte en todas sus expresiones, aunque me quedé con la espinita de nunca haber aprendido a dibujar. Mi hermano estuvo a punto, incluso tuvo clases particulares, pero se aburrió rápido. Yo, en cambio, me refugié en los estudios… y ahora pienso que tal vez debí haber buscado un tiempo para darle espacio a ese sueño.

Cada cuadro frente a mí fue como escuchar una historia diferente:

👉 El desayuno que sonríe: dos huevos fritos y un trozo de bacon convertidos en un rostro juguetón. Me hizo reír y pensar que la vida, con sus cosas simples, también puede pintarnos sonrisas inesperadas.

👉 La plaza llena de vida: un cuadro colorido de una iglesia y su gente. Ahí está la esencia de un pueblo, con su ritmo cotidiano, conversaciones, comercio y fe. Es como detener el tiempo en un día cualquiera.

👉 La mujer manzana: un cuerpo femenino mezclado con la naturaleza, sensualidad y colores vivos. Me recordó lo poderoso que es el cuerpo como símbolo de vida, deseo y creación.

👉 El ciclo animal: la lucha y el equilibrio, la fuerza de los instintos. Un cuadro que me pareció intenso, casi como un recordatorio de que todos tenemos una parte salvaje que nos habita.

👉 El perro negro con la serpiente: misterio, guardianes y símbolos ocultos. Sentí que el animal estaba cuidando un secreto que nadie más podía descifrar.

👉 La silueta y la sangre: formas abstractas, casi perturbadoras, que dejan un vacío y a la vez despiertan preguntas. El arte también está para incomodar, para hacernos sentir.

👉 El retrato moderno con estilo clásico: un rostro enmarcado como si fuera portada de Spotify. Y aquí voy a ser sincera… ¿soy yo o ese es Bad Bunny disfrazado de pintura renacentista? 😅

👉 Los soldados en naranja: figuras militares, serias, firmes, contrastando con un fondo llamativo. Un recordatorio de la historia, de la disciplina, y quizá de los silencios que quedan después de la guerra.
Salí de la galería con una sonrisa.

No aprendí a dibujar, es cierto, pero descubrí que mirar estas obras también es una forma de ser parte del arte. Y al final, creo que de eso se trata: de dejarse sorprender, reír un poco (aunque sea por encontrar a Bad Bunny en un lienzo) y disfrutar el momento.

English Version

Yesterday, while walking through the city center, I came across a gallery that had several artworks on display. I couldn’t help but stop, because something inside me always lights up when I see a canvas full of colors and emotions.

I love art in all its forms, though I’ve always carried that little regret of never having learned how to draw. My brother almost did, he even had private lessons, but he got bored quickly. I, on the other hand, buried myself in studies… and now I think maybe I should have made time for that dream.

Each painting in front of me felt like listening to a different story:

👉 The smiling breakfast: two fried eggs and a strip of bacon turned into a playful face. It made me laugh and reminded me that life, in its simplest things, can also paint unexpected smiles.

👉 The lively square: a colorful painting of a church and its people. The essence of a town is right there, its daily rhythm, conversations, trade, and faith. It’s like freezing time on an ordinary day.

👉 The apple woman: a female body blended with nature, sensuality, and vibrant colors. It reminded me of how powerful the body is as a symbol of life, desire, and creation.

👉 The animal cycle: struggle and balance, the strength of instincts. A painting that felt intense to me, almost like a reminder that we all have a wild side living inside us.

👉 The black dog with the snake: mystery, guardians, and hidden symbols. I felt like the animal was protecting a secret no one else could decipher.

👉 The silhouette and the blood: abstract shapes, almost disturbing, that leave a void and at the same time awaken questions. Art is also there to make us uncomfortable, to make us feel.

👉 The modern portrait with a classic style: a face framed as if it were a Spotify cover. And I’ll be honest here… is it just me, or is that Bad Bunny disguised as a Renaissance painting? 😅

👉 The soldiers in orange: military figures, serious and firm, contrasted with a bold background. A reminder of history, discipline, and perhaps the silences left behind after war.

I left the gallery with a smile.
I never learned to draw, that’s true, but I discovered that simply looking at these works is also a way of being part of art. And in the end, I think that’s what it’s all about: letting yourself be surprised, laughing a little (even if it’s at spotting Bad Bunny on a canvas), and just enjoying the moment.

Source

The cover was made on Canva.

All the photos are taken and edited by me on Snapseed.

English is not my native language, I apologize if you find any mistakes in the translation.

Translated with DeepL.com (free version)

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