Seamos niños...¿Dónde están los fanáticos de los Funko Pop!?

La edad es solo un número, y aunque el tiempo inevitablemente nos surque la piel, no tiene porque envejecernos el alma. El tiempo no añeja el espíritu si decidimos mantener en esencia a nuestro niño interior.

Cuando estamos pequeños, deseamos ser adultos en un afán desesperado por definir nuestra identidad e independencia; y en ese proceso, pensamos que para ganar respeto y aceptación debemos apagar nuestro niño interior. La verdad, es que ese niño que vive en nosotros es sinónimo de inocencia en el mejor contexto, es permitirnos reír y soñar, sin miedos. Es sentirnos con la vitalidad de hacer cosas, pero también de idealizarlas. Es crear en la fantasía, en los cuentos de hadas y en los finales felices, sin que ello perturbe nuestra percepción del mundo real. Es creer en lo que podemos soñar.

No debemos asociar la adultez con amargura, ni confundir madurez con envejecimiento emocional. Podemos ser adultos responsables, autónomos y maduros, sin apagar la ilusión de soñar y ser felices. Al menos así es como yo lo creo, y como yo lo vivo. Me veo llegando anciana disfrutando de los videojuegos, leyendo o viendo comics, jugando cualquier otra cosa, y por supuesto, experimentando lo que para entonces tenga la tecnología para ofrecer.

Bajo esa premisa, me permito hacer feliz a la niña que vive en mi. ¿Y qué niño no es feliz con juguetes? Bueno, yo me fui a recorrer el Reino de Juguetes, un lugar minado de FUNKOS de todo tipo y categoría, desde los más tradicionales hasta los más icónicos de la Cultura Pop. Para todos los gustos, incluso para todos los presupuestos. Aunque, los FUNKOS digamos que son “juguetes para gente grande”.