Naranja dulce/ riñón partido (es/en)

Las vi en la carretilla y el vendedor me dijo que la libra costaba 250 pesos. Le dije: “ponme una”. Y puso dos naranjas en la balanza. Me dijo: “te pasaste un poco, pero te las voy a dejar en el mismo precio. “

O sea, dos naranjas dulces por un valor de 250 pesos. Yo tenía ganas de desbloquear el sabor de la naranja dulce después de más de veinte años sin comerla. Yo tenía tantas ganas que las compré y hasta la agradecí al tipo por no cobrarme cuando las dos naranjas que apenas cabían en mi mano, se “habían pasado” de una libra en peso.

Y llegué a casa más feliz que una lombriz. No solo estaba a punto de desbloquear el recuerdo. Sino que mi novio las iba a probar por primera vez en la vida. Una naranja para cada uno. Pero yo quería que las probara de las maneras más comunes: chupada a la mitad y pelada al hollejo.

Así que, la primera la partimos en dos tapas y la segunda la pelamos al hollejo y dividimos a la mitad. ¡Qué romántico! Estaban un poco ácidas y apenas tenían jugo. En tres minutos ya no quedaban naranjas ni recuerdos desbloqueados ni aquellos 250 pesos.

Entonces guardé las cáscaras para deshidratarlas al sol y hacer ralladura de modo que pueda conservar el sabor natural para echarle a dulces y eso. O simplemente para meterme un pedacito de la cáscara deshidratada en la boca cuando vuelva a darme el antojo y no tener que volver a perder el riñón en una carretilla.

Las semillas me las tragué como si fueran pastillas. Recordé un viejo dicho de mi infancia de que si te tragabas las semillas corrías el riesgo de que te naciera una planta en el estómago. Ojalá y sea, ojalá y fecunde una planta de naranjas en el estómago y que crezca y hasta de frutos. Porque si solo dos costaron 250 pesos… ¿cuánto costaría mi cuerpo con una mata de naranjas en el interior?

Hay que tener luz larga 😌

Las imágenes utilizadas en la publicación son de mi propiedad tomadas con mi móvil Xiaomi. Traducción al Inglés por Deepl Traslate. Puedes encontrarme en los siguientes perfiles de redes sociales: Twitter, Instagram.

ENGLISH VERSION (click here!)

I saw them in the trolley and the seller told me that they cost 250 pesos per pound. I said, "Give me one." And he put two oranges on the scales. He said, "You've gone a bit over, but I'll let you have them at the same price."

So, two sweet oranges for 250 pesos.
I wanted to rediscover the taste of sweet oranges after more than twenty years without eating them. I wanted them so much that I bought them and even thanked the guy for not charging me when the two oranges, which barely fit in my hand, "went over" a pound in weight.

And I got home happier than a worm. Not only was I about to unlock the memory, but my boyfriend was going to try them for the first time in his life.
One orange for each of us. But I wanted him to try them in the most common ways: sucked in half and peeled to the skin. So, we cut the first one in half and peeled the second one to the skin and divided it in half. How romantic!

They were a little sour and had hardly any juice. In three minutes, there were no oranges left, no unlocked memories, and no 250 pesos.

So I saved the peels to dry them in the sun and make zest so I could preserve the natural flavour to add to sweets and stuff. Or simply to pop a little piece of the dried peel into my mouth when I get the craving again and not have to spend a fortune on a wheelbarrow.

I swallowed the seeds as if they were pills. I remembered an old saying from my childhood that if you swallowed the seeds, you ran the risk of a plant growing in your stomach. I hope so, I hope an orange tree grows in my stomach and bears fruit. Because if just two cost 250 pesos... how much would my body be worth with an orange tree inside?

You have to think long term 😌

The images used in this post are my own, taken with my Xiaomi mobile phone. English translation by Deepl Translate. You can find me on the following social media profiles: Twitter, Instagram.