El Lienzo del Alba
Había algo mágico en los amaneceres de Santa Teresita. Cuando el sol emergía del horizonte, pintaba el cielo con tonos que solo un artista celestial podría mezclar. Las olas susurraban secretos al viento, y la arena dorada se estiraba como un lienzo infinito.

En la pequeña cabaña junto a la playa, Martina se despertaba temprano cada día. Su abuela, Doña Rosa, le había enseñado a apreciar la belleza de esos momentos efímeros. “Los amaneceres son como promesas renovadas”, solía decir. “Nos recuerdan que cada día es una oportunidad para comenzar de nuevo”.
Martina se envolvía en una manta y salía al balcón. El aire salado acariciaba su rostro mientras observaba cómo el cielo pasaba de un azul profundo a tonos rosados y dorados. Las gaviotas danzaban en el aire, y las palmeras se alzaban como guardianas del alba.
Un día, mientras caminaba por la orilla, Martina encontró una concha marina especial. Tenía la forma de un corazón y estaba teñida con los mismos colores del amanecer. Decidió que sería su talismán, un recordatorio constante de la belleza que la rodeaba.
En el café de la esquina, Martina conoció a Juan, un pescador que también apreciaba los amaneceres. Sus ojos reflejaban los mismos tonos cambiantes del cielo. Juntos, compartieron historias y risas mientras el sol ascendía lentamente.
Una mañana, Juan le propuso a Martina un desafío: pintar el amanecer. “No con pinceles y óleo”, dijo, “sino con palabras”. Martina aceptó, y así comenzó su proyecto. Cada día, al alba, se sentaba en la playa con su cuaderno y describía los colores, los sonidos y las emociones que inundaban su corazón.
Las palabras fluían como las olas, y Martina descubrió que podía capturar la esencia misma del amanecer. Sus relatos se volvieron populares en la comunidad, y pronto otros se unieron a su desafío. Los turistas llegaban a Santa Teresita no solo por el mar y la arena, sino también por los amaneceres que inspiraban el alma.
Con el tiempo, Martina y Juan se enamoraron. Se casaron en una ceremonia sencilla frente al mar, con el sol como testigo. Su historia de amor se entrelazó con los amaneceres, y la concha en forma de corazón se convirtió en un símbolo de su unión.
Foto(s) tomada(s) con mi smartphone Samsung Galaxy S22 Ultra.