[ENG/ESP] A day of rest, sea, and a slice of cake.

Les deseo un domingo maravilloso y reparador para comenzar esta nueva semana con energías renovadas al 100%. Que este día les regale momentos de descanso y conexión.
A veces, lo que más necesitamos es simplemente detenernos un poco, respirar profundo y permitirnos disfrutar de algo bien simple.
No me puedo quejar, este fin de semana he podido descansar, y para mí no hay un día verdaderamente relajado si el mar no está cerca. El sonido de las olas, y su brisa salada tienen un efecto casi mágico en mi ánimo. Por eso, después de hacer algunas cosas en casa, como ordenar un poco y preparar algo ligero para comer, decidimos salir a dar un recorrido por la playa. Es casi algo que en lo particular me llena de alegría.
Acá en Margarita encontrar una playa es muy fácil. En cualquier dirección que tomes, hay una esperando por ti. Y lo mejor es que hay para todos los gustos: algunas con olas fuertes, otras más tranquilas, algunas con arena blanca y otras con piedras que decoran la orilla. A nuestro hijo le gustan las playas con olas, joven al fin le gustan las cosas más agitadas. A mi esposo no tanto, él prefiere nadar sin tanta agitación, disfrutando de la calma del agua. En lo particular, me gustan las playas sin mucho oleaje y que el agua no sea tan fría. Me encanta sumergirme lentamente, sentir cómo el agua me envuelve sin sobresaltos.
En el municipio Antolín del Campo, donde resido, por lo general las playas tienen el agua un poco fría para mi gusto, ya que son aguas oceánicas. Por eso, muchas veces prefiero simplemente disfrutar del paisaje, ver el mar desde la orilla y caminar por la arena. Me dejo acariciar por la brisa y dejo que mis pensamientos se acomoden como las olas con el vaivén y hoy no hice nada diferente. Al llegar a la playa, recorrimos el lugar y notamos que había un poco de oleaje.