[ING/ESP] Walking without reason in Bogota

Bogota for many is as Cerati said "The city of fury", a place full of aggressiveness and where everything goes at a very fast pace.
The capital of Colombia as any big city has a huge diversity, from its inhabitants who come from the interior of the country to seek a better quality of life, others to study, and even foreigners who come to fill themselves with everything this country has to offer.
When I arrived I felt that everything was going so fast that going out to Lacalle implied a certain agility, an incredible capacity to adapt, I have seen people snorting cocaine in the ugliest places and I have seen the tallest buildings shine with the rays of the sun. The rain doesn't give me melancholy the constant rain of Bogota is a balm, a reminder that I am in a different place now. My mind expands with art in all its museums, my palate is carried away by the many flavors, a reminder that life transforms us.

There is a lot of coldness in a city like this, its climate distances us from others, makes them colder and more distant, but, just as it rains the sun comes out and the city embraces you with its warmth, with its blue sky, with its many places to walk, people filling every space, cyclists come out on Sundays and the largest avenues belong to them, the trees fill the earth with shade and one is enormously grateful to be here.
I love to go out in the city for no apparent reason, the days off become walks to see that facade I had not seen, walk again that street that gives me a lulada, laugh with my husband at something we see ... You do not stop missing Venezuela, I do not stop missing the affections, however, learning to appreciate the details of the place we live is essential to be happy.

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Bogotá para muchos es como decía Cerati La ciudad de la furia, un lugar lleno de agresividad y donde todo va a un ritmo muy rápido.
La capital de Colombia como toda gran ciudad tiene una diversidad agigantada, desde sus habitantes que vienen desde el interior del país a buscar mejor calidad de vida, otros a estudiar, y hasta extranjeros que acuden a llenarse de todo lo este país ofrece.
Cuando llegué sentía que iba todo muy rápido que salir a Lacalle implicaba cierta agilidad, una capacidad increíble de adaptación, he visto gente inhalar cocaína en los lugares más feos y he visto brillar los edificios más altos con los rayos del sol. La lluvia no me da melancolía la lluvia constante de Bogotá es un bálsamo, un recordatorio de que estoy en un lugar diferente ahora. Mi mente se expande de arte en todos sus museos, mi paladar se deja llevar por los múltiples sabores, un recordatorio que la vida nos transforma.

Hay mucha frialdad en una ciudad como esta, su clima nos aleja de otros, los hace más fríos y distantes, pero, así como llueve sale el sol y la ciudad te abraza con su calidez, con su cielo azul, con sus múltiples lugares para caminar, la gente llenando cada espacio, los ciclistas salen los domingos y las avenidas más grandes les pertenecen, los árboles llenan de sombra la tierra y uno agradece enormemente estar aquí.
Me encanta salir a la ciudad sin motivo aparente, los días libres de convierten en caminatas para ver esa fachada que no había visto, recorrer de nuevo esa calle que me brinda una lulada, reírme con mi esposo de alguna cosa que vemos… No se deja de extrañar Venezuela, no sé dejan de extrañar a los afectos, sin embargo, aprender a apreciar los detalles del lugar que habitamos es fundamental para ser felices.

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