Recuerdos

La marea empezaba a subir, Margarita y yo llevábamos una hora escondidos en la parte baja de los arrecifes, estábamos desnudos y muertos de frío. Si me preguntan cómo llegamos a esa situación no podría responderlo, algunos detalles no los recuerdo bien.

Ambos teníamos quince años recién cumplidos, apenas una semana antes habíamos tenido la graduación de la secundaria. Siempre habíamos sido buenos amigos, jugábamos todos los días ajedrez entre clases o simplemente nos quedábamos a platicar entre los pasillos, parecía que no nos queríamos despedir, pero al final ella se iba a su casa y yo a la mía. Yo vivía a unas pocas cuadras de la escuela, ella un poco más lejos, pero muy cerca de la playa. Su papá a diario venía a recogerla mientras yo me quedaba solo, diciéndole adiós sin que ella volteara. Hasta llegué a pensar que le daba vergüenza que yo fuera su amigo. Ella era la niña más bonita de la escuela, su cabello rizado le llegaba casi hasta los hombros, su piel morena aperlada parecía de terciopelo y sus ojos negros tan grandes y tan hermosos me hacían soñar, que algún día, ella sería mi esposa, pero sabía muy bien que estaba lejos de lograrlo. Yo era el clásico muchachito delgado, de piel blanca y ojos verdes, el debilucho del que todos se burlaban, ella era mi única amiga, pero para mi, eso bastaba.

En la playa

-Qué vamos a hacer Rafael, nuestra ropa se la ha llevado la mar-

Yo me sentía muy emocionado, feliz pero también traumatizado por la situación en la que estábamos, ell no me soltaba por temor de que la corriente la arrastrara, yo aproveché para abrazarla. No decía nada, permanecía muy quieto mirandola de reojo.

-Ya te quedaste tieso, contéstame, qué es lo que vamos a hacer? nos van a descubrir tarde o temprano-

-No te preocupes pronto anochecerá y podremos salir-

Así pasamos unas horas, abrazados y temblando de frío.

Cuando empezó a oscurecer, casi toda la gente se había ido, salimos cautelosos y empezamos a buscar algo que ponernos. Lo primero que encontramos fue la playera blanca que yo llevaba al principio, se la di a Margarita para que se vistiera con ella. Se veía tan bonita parecía, que traía un vestido blanco, se dió una vuelta para que yo la mirara, me dio un beso y se fue corriendo a su casa. Yo caminé un poco más hasta que encontré el short rojo que ella llevaba al principio, me lo puse y me fuí a mi casa.

Soledad

Ese mismo día en la tarde fui a buscar a Margarita, pero su papá me dijo que se había ido a casa de su tía dónde pasaría el verano. Yo sentí un extraño vacío en el corazón muy similar al que se siente en el estómago cuando se tiene hambre. Eso era algo que nunca antes había sentido, me sentía muy triste, luego hice lo que siempre hacía cuando me sentía triste, caminar por la playa y observar los barcos que se alcanzaban a ver a lo lejos.

El embarazoso momento

Unos meses después volví a casa de Margarita, su piel se veía más lisita, y se veía también un poco más gordita, le pedí que saliéramos a caminar, pero ella no quiso, me dijo que tenía cosas importantes que hacer. A diario iba a visitarla, pero nunca tuvo tiempo para mí. Después mi papá me mandó a Veracruz por dos meses pero cuando regresé volví otra vez a casa de Margarita para contarle mis aventuras, esta vez estaba muy diferente, su panza era enorme, fue entonces cuando me di cuenta de que estaba embarazada.

Sentí un miedo terrible, las piernas me empezaron a temblar, pero al mismo tiempo mi corazón se sentía inmensamente feliz. Iba a ser padre! y mi hija la tendría con la mujer más hermosa que había visto en mi vida. Ella tartamudeó como queriendo decirme algo, pero su papá le dijo que se metiera a la casa. Yo me fui de ahí muy feliz con la intención de buscar un trabajo. Pronto sería padre, seguramente íbamos a necesitar dinero.

Me inscribí en la preparatoria, pero pedí el horario de la tarde para poder trabajar en las mañanas en la frutería de Don Roberto. Así fue, le ayudaba a desempacar la fruta y a acomodarla en los estantes, barría y trapeaba el piso y el resto del día me dedicaba a atender a los clientes, por supuesto hasta la hora que tenía que ir a la prepa que por suerte estaba muy cerca. Los fines de semana trabajaba en la nevería para obtener un poco más de dinero. Diariamente iba a ver a Margarita pero nunca me dejaban verla, hasta que un día ella misma me recibió, solo para romperme el corazón.

-Rafael eres un menso, la bebé no es tuya, tú y yo no hicimos nada en la playa-

Yo no entendí muy bien lo que estaba pasando, empecé a llorar delante de ella y le entregué el dinero que había juntado. Después de eso me dediqué solamente a mis estudios.

Pasaron muchos años, terminé mi licenciatura y empecé otra y luego otra, Incluso en algún momento me dio por ir al seminario, pero siempre regresaba a mi rutina en la playa a ver la barcos a lo lejos, tan cerca y tan inalcanzables como mi Margarita.

Abuelito?

Ustedes se preguntarán, por qué me estoy acordando de esta historia después de tantos años. Lo que sucedió fue que me pareció ver de nuevo a Margarita, estaba igualita que cuando estábamos en primaria, pero tristemente sabía que no era ella. A menos claro que hubiera viajado del pasado para visitarme, pero a estas alturas ya no creo en milagros. Un par de días después, por suerte volví de nuevo a ver aquella niña, pero esta vez iba acompañada de su madre, me acerqué para saludarla y decirle que yo conocí a una niña que era idéntica a su hija.

-Eres Rafael, verdad?-

-Sí, ese soy-

-Mi madre me ha hablado mucho de usted, me contó que usted era el amor de su infancia. Que modales. Me presento, yo soy Clara, la única hija de Margarita y esta hermosa niña es mi hija Rafaela-

-Hola amor, eres muy bonita te pareces mucho a tu abuela cuando era niña. Cómo se encuentra tu abuelita?-

-Ella vivió toda su vida en Guadalajara hasta que hace un par de años se mudó de nuevo a la casa de la playa, ahí debe estar, tal vez quieras ir a visitarla.

Y así fue, fui a visitarla, platicamos un buen rato de la historia de nuestras vidas hasta que salió el tema.

-Desnudos!!, No Menso, estábamos en traje de baño y no, no hicimos nada. Jaja, pero si me lo hubieras pedido por supuesto que lo hubiéramos hecho, jajaja-

-Margarita solo teníamos quince años, te amaba, pero me pareció que aún no era tiempo-

-Como sea, te fuiste de mi vida y me dejaste con el corazón destrozado-

-Espera un momento, yo a ti?-

-Si, toda mi vida he pasado en ti-

-Te insistí mucho y siempre me rechazaste-

-Amor, solo te faltó insistir un poco mas. Eras tan lento. Como sea creo que nuestra historia fue una historia bonita, no crees?-

Estuvimos platicando un poco más, luego me fui a caminar por la playa como cuando era niño.

Estuve algo triste como una semana, pero al fin me armé de valor, compré un ramo de rosas rojas y me encaminé a casa de Margarita, pero cuando llegué ya no estaba, la casa estaba cerrada y sobre la puerta un enorme moño negro colgaba...

Sentí que mi corazón se detuvo, el cielo se hizo negro y caí al suelo...

Horas más tarde desperté en la sala de urgencias.

-Abuelito!!-

Me dijo Rafaela mientras me abrazaba, mientras a un lado de la cama Margarita empezó a llorar mientras tomaba mi mano.

-De verdad no lo recuerdas? Tu si que eras inocente...

En estos días aún camino por la playa, pero ya no estoy solo, ahora llevo a mi nieta de la mano...