El pavo de la discordia

El anciano parecía haberse quedado dormido escuchando los villancicos navideños en aquella tienda de autoservicio, su aspecto sereno y su escaso cabello hacian recordar a un bebé.

-Muevase anciano-

Le gritó Miguel con desesperación tratando de alcanzar el último pavo ahumado. Pero para su mala suerte el anciano estaba decidido a llevarselo. Furioso, Miguel volteo a todos lados antes de arrebatarselo de su carrito del mandado. El anciano se echó para atrás sin poder articular palabra coherente mientras Miguel se alejaba a toda prisa.

Ya en el estacionamiento, Miguel observó al anciano hablando por teléfono agitando las manos con desesperación.

-Seguramente está tratando de explicar a su esposa que le ganaron el pavo. Eso les pasa por mandar a un viejo inútil, jaja-

Dijo Miguel en voz baja.

Estaba por encender su camioneta cuando se dió cuenta de que le quedaba muy poca gasolina con la que seguramente no llegaría a su casa, abrió una aplicación en su celular para buscar la hubicacion más cercana. Para su suerte eran unas pocas cuadras, si acaso un kilómetro, se dijo mientras guardaba el celular, pero llegando al punto marcado, estaba un local abandonado. Rápidamente saco el celular para verificar la hubicacion. Ahí estaba el problema, había dado vuelta a la izquierda en lugar de a la derecha al entrar a la colonia. Al tratar de dar marcha, la camioneta ya no encendió.

-Tengo que pedir ayuda-

Se dijo mientras sondeaba el lugar en el que estaba. Ni un alma, tan solo una letra encendida en el local de enfrente.

-Seguramente se trata de un restaurante, si tengo suerte, todavía habrá alguien despierto-

Tocó la puerta, pero nadie contestaba. Ya eran casi las once de la noche, empezaba a lloviznar y ya estaba muy desesperado. Empujó la puerta con furia solo para toparrse con bate a punto de darle en la cabeza. Rápidamente se hizo para atrás esquivando el golpe, pero al mismo tiempo tropezó callendo de espaldas golpeándose fuertemente en la nuca.

-Que es lo que te creés entrando así en mi casa-

-Disculpe señor, estoy perdido-

-Ah, claro y mientras tanto decidiste allanar mi propiedad. Vete antes de que se despierten mis muchachos con tu escándalo y decidan darte una paliza-

Todavía sobándose la cabeza, Miguel se apresuró a llegar a su camioneta. Trato de encenderla nuevamente, pero obviamente no respondió como esperaba. Exhausto y lleno de tierra salió del vehículo, se sacudió el pantalón, tomó el pavo y se fue caminando a su casa, o al menos eso era lo que el pensaba...