Holaaaa!

El día de hoy le comentare sobre un grato y respetuoso encuentro cuando me dispuse a realizar una limpieza en mi pequeño rincón verde, rodeado de macetas, con tijeras de poda en mano y tierra fresca. Como buen jardinero aficionado, aprovechaba la luna menguante para podar y trasplantar algunas plantas, entre ellas mi preciosa orquídea de zapatico que me regalo la mamá de la secretaria de mi oficina, ya que semanas atrás le había regalado una orquídea blanca con morado, que siempre ha sido mi favorita y tenía hijos en otras macetas.

Todo iba según lo planeado en la mañana, hasta que, al lado de una de mis plantas de Romero, encontré una criatura fascinante: una oruga bien gordita, con una apariencia tan peculiar que por un momento sentí que había descubierto un ser de otro mundo. Algo como fuera de este mundo e imagine inmediatamente que sería magnifica para una película de terror o de ciencia ficción, que también me gustan… sobre todo las distópicas.

No era la típica oruga verde lisa y discreta que uno encuentra de vez en cuando en el jardín. No, esta tenía un aire imponente, con espinas que parecían advertirme “¡No me toques!”.

Así que busque mi teléfono y comencé a tomarle fotos en varias posiciones, e inmediatamente al sentarme frente a mi computador empecé a buscar en la red… hasta que di con ella, bueno, creo que era la oruga de la polilla Io (Automeris io) (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Automeris_io) , una polilla nocturna.

La oruga es una especie reconocida por sus llamativos colores y, sobre todo, por sus espinas urticantes que pueden causar irritación en la piel si se manipulan. Como cualquier persona curiosa, me acerqué con cautela, preguntándome en qué clase de majestuosa criatura se convertiría una vez completara su metamorfosis. Eso sí! Sin tomarla directamente, para manipularla utilice mi cuchillo.

Al seguir indagando sobre ella, estas orugas de Automeris io pasan por varias etapas antes de transformarse en una polilla. En su fase larval, como la que encontré, se alimentan de una variedad de plantas, desde robles hasta tréboles. Son voraces comedores, ya que necesitan acumular energía suficiente para entrar en la fase de pupa y completar su metamorfosis.

Como leerán, empecé a escribir un poco más técnico, y no es que yo sea entomólogo, pero tuve que usar Google Lens para traducir mediante imagen algunas páginas de un libro que encontré (ver: https://books.google.co.ve/books?id=3vqpGATXU2oC&printsec=frontcover&hl=es#v=onepage&q&f=true) y que habla sobre esta especie.

Cuando llega el momento de la transformación, la oruga construye un capullo de seda, dentro del cual ocurre la magia biológica que es su evolución nos muestra lo que significa la metamorfosis. Durante semanas, su cuerpo experimenta una reestructuración completa: sus órganos, músculos y sistemas se reorganizan para convertirla en una polilla adulta. Es un proceso fascinante que nos recuerda que la naturaleza es una artista inigualable en términos de adaptación y evolución. (ver: https://www.acguanacaste.ac.cr/paginas-de-especies/insectos/102-saturniidae/747-i-automeris-io-i-saturniidae)

Lo que más me sorprendió de esta oruga es su mecanismo de defensa. Sus espinas están recubiertas de veneno urticante, lo que significa que cualquier depredador que intente devorarla sufrirá una desagradable sorpresa. Un simple roce con sus espinas puede causar picazón, ardor e irritación en la piel. Este método de protección la hace prácticamente intocable para la mayoría de los insectívoros.

Pero su estrategia de supervivencia no termina ahí. Cuando finalmente emerge como polilla, Automeris io despliega en sus alas grandes manchas parecidas a ojos, para confundir a los depredadores. Estas marcas imitan los ojos de un búho, asustando a cualquier criatura que intente atacarla. Es un truco visual impresionante y efectivo, que demuestra el ingenio evolutivo de los insectos.

Mientras la observaba, pensaba en lo sorprendente que es la naturaleza. Uno puede estar en su rutina diaria, concentrado en cosas tan simples como cambiar de maceta una orquídea, y de repente, la vida te regala un pequeño encuentro con un ser fascinante.

Ahora, cada vez que reviso mis plantas, busco rastros de otras orugas o insectos igual de interesantes. He aprendido que no siempre hay que apresurarse a retirar cada criatura que aparece entre las hojas: algunas de ellas forman parte del equilibrio del ecosistema y nos ofrecen pequeños espectáculos de transformación, aunque a esta oruga tuve que dejarla en toro sitio para que continuara con su vida y no me afectara las plantas que tengo en macetas.