Lo que encontré después del paso largo de Titiribí”( Esp/ Engl)

Hola amigos de esta linda comunidad.
Les cuento que después de pasar el río Cauca en barca —con ese airecito caliente de Bolombolo que ya te anuncia que viene algo bueno— nos dirigimos unos 8 kilómetros más, hacia una cascada que está escondida detrás de una finca. Ya llevábamos encima varias horas de camino entre montañas, calor, risas y ese cansancio rico que solo deja una buena caminata.

Al fin llegamos a Bolombolo, y lo primero que nos recomendaron fue visitar la quebrada El Higuerón. Y claro, después de semejante travesía, ¿quién le dice que no a un charco fresco?

Yo me metí solo un poquito porque no quería mojarme toda, además que para llegar hasta allá hay unas piedras enormes que exigen equilibrio, fuerza y buenos zapatos. Es un tramo corto, pero hay que caminar con cuidado, apoyándote bien para no resbalarte… aunque ese reto hace parte del encanto.

El sendero hacia El Higuerón se siente como un premio después del paso largo desde Titiribí. Apenas uno se acerca, se escucha el sonido del agua clara golpeando las rocas, como si la quebrada estuviera dándonos la bienvenida. Es un lugar sencillo, natural, sin nada artificial: solo agua bajando, árboles que dan sombra y ese viento tibio tan propio de Bolombolo.

Nos sentamos un rato a orillas del charco, metimos los pies en el agua heladita y sentimos cómo el cansancio se nos iba despegando del cuerpo, como si la quebrada se lo llevara corriente abajo. Vimos familias bañándose, niños riendo y ese ambiente de pueblo que le recuerda a uno lo bonito de vivir simple.

Antes de irnos de allí hicimos un pequeño compartir: un ratico de café, conversación tranquila y la sensación de haber encontrado un rinconcito especial en el camino. Luego emprendimos el regreso hacia Medellín, que queda aproximadamente a unas 2 horas desde Bolombolo, dependiendo del tráfico.

La verdad, yo me dormí casi todo el camino porque las curvas me marean muchísimo y me toca tomar medicamentos para poder viajar más tranquila. Así que mientras el carro subía y bajaba por esas vueltas de la carretera, yo me fui quedando dormida con la frescura del paseo todavía pegada en la piel.

Un cierre perfecto para un día lleno de naturaleza, aventura y paz.

English

Hello friends from this lovely community.
Let me tell you that after crossing the Cauca River by boat —with that warm Bolombolo breeze that already hints something good is coming— we continued about 8 more kilometers toward a waterfall hidden behind a farm. By then, we had already spent several hours walking through mountains, heat, laughter, and that satisfying kind of tiredness that only a good hike can give you.

We finally arrived in Bolombolo, and the first thing people recommended was visiting El Higuerón creek. And honestly, after such a journey, who could say no to a refreshing natural pool?

I only went in a little because I didn’t want to get completely soaked, and also because to reach the spot you have to cross some huge rocks that require balance, strength, and good shoes. It’s a short stretch, but you have to walk carefully, stepping firmly so you don’t slip… although that challenge is part of the charm.

The path to El Higuerón feels like a reward after the long route from Titiribí. As soon as you get close, you can hear the sound of the clear water hitting the rocks, as if the creek were welcoming us. It’s a simple, natural place, nothing artificial: just flowing water, shady trees, and that warm breeze so typical of Bolombolo.

We sat for a while on the edge of the pool, dipped our feet into the ice-cold water, and felt the fatigue slowly leave our bodies, as if the creek carried it all downstream. We saw families swimming, kids laughing, and that small-town atmosphere that reminds you how beautiful simple living can be.

Before leaving, we shared a little moment together: a bit of coffee, quiet conversation, and the feeling of having found a special little corner along the way. Then we headed back to Medellín, which is about 2 hours from Bolombolo, depending on traffic.

To be honest, I slept almost the entire way back because curves make me really dizzy, and I have to take medication to travel more comfortably. So while the car went up and down through the winding road, I slowly drifted off with the freshness of the trip still lingering on my skin.

A perfect ending to a day full of nature, adventure, and peace.

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