Insospechada Visita a las Cataratas del Niágara

Hola amigos,

Hace muy poco me suscribí a esta comunidad porque me pareció adecuada para compartir algunos recuerdos.

Cada día agradezco mucho ser parte de Hive. Esto, además de una afirmación, es una motivación para mí. En el proceso de creación de contenido he descubierto que guardo cosas que me hacen vivir y recordar momentos de mi vida que no creía trascendentales, aunque alguna que otra vez en reuniones con amigas he contado de mis visitas a diferentes lugares en Cuba y fuera de Cuba.

Hace años por cuestiones de trabajo, viajé a Toronto, Canadá, y precisamente hoy encontré fotos de ese viaje, y la visita que hicimos un fin de semana a Las Cataratas del Niágara. Todavía recuerdo mi emoción cuando fui invitada.

Solo conocía de las Cataratas por las clases de Geografía que nos daban en la escuela y que se ven desde dos países de América del Norte, Canadá y Estados Unidos. Fue para mí algo que ni en sueños lograría. Las familias cubanas que vivían en Toronto, encargadas de la oficina comercial de Cuba, fueron muy atentas y sabían que mi Jefe y yo les agradeceríamos esa invitación.

Fue un domingo, no había frío, solo un aire fresco que venía de las Cataratas y hasta se sentía la humedad propia de su cercanía. Recuerdo que estaba muy emocionada, presenciaría un espectáculo único y majestuoso de la naturaleza. Desde Toronto, Canadá, se ven las Cataratas del Niágara en su impresionante caída. Nos acercamos al muro que rodea el mirador y, además de ver de muy cerca las cataratas, se sentían pequeñas gotas de agua en mi cara. Caen con tal fuerza, que no sé cómo explicar la sensación que se experimenta y hoy, después de tantos años, solo puedo decir que fue increíble.

En el muro que ven en la foto, existe una tarja en honor al poeta cubano José María Heredia, quien escribió el poema "Oda Al Niágara". Este poeta, nacido en Cuba, pero que vivió en el exilio por muchos años, expresa en su poema el amor a su patria y cómo la añoraba frente a esa furia de las aguas de las cataratas al caer.

Recuerdo que podíamos haber bajado y montarnos en un pequeño barco que se deslizaba por detrás de las cataratas, pero no quise hacerlo porque sentía algo de miedo. Son verdaderamente impresionantes. De noche las ambientan con luces, un espectáculo indescriptible. Pero creo que todo su esplendor es apreciable de día.

Visitamos el parque situado a 6,2 millas de las Cataratas, hermoso e inmenso. En sus jardines hay muchas variedades de flores, entre ellas tulipanes de varios colores, destacándose el Reloj de Flores, cuyas manecillas son dos muletas.

Según sé, este reloj fue construido en 1950 y es uno de los más grandes del mundo. Se rediseña dos veces al año, y posee 16,000 flores. El reloj florece de abril a septiembre y se puede visitar las 24 horas del día.

Como verán, queridos amigos, yo sigo sorprendida con mis recuerdos y mis fotos de hace nada menos que cuarenta y dos años y tenía yo entonces 29.

Si alguien ha visitado recientemente las Cataratas del Niágara, quizás tenga nuevos lugares que visitar y nuevas experiencias que contarnos. Lléguense al muro y conozcan a uno de los poetas más románticos de aquella época en Hispanoamérica.

Hello friends,

I recently subscribed to this community because it seemed appropriate to share some memories.

Every day, I am grateful to be part of Hive. This is not just an affirmation, but a source of motivation for me. Through creating content, I've unearthed moments that hold significance in my life, moments I hadn't deemed transcendental. Occasionally, I've shared tales of my visits to various places in and outside Cuba with friends. Years back, due to work obligations, I journeyed to Toronto, Canada. Recently, I stumbled upon photos from that trip, particularly our weekend excursion to Niagara Falls. The thrill of the invitation remains vivid in my memory.

My knowledge of the Falls was limited to school Geography classes, mentioning their visibility from both Canada and the United States. It seemed like an unattainable dream. The Cuban families in Toronto, overseeing Cuba's commercial office, graciously extended the invitation to my boss and me. On a pleasant Sunday, we basked in the ambient air near the Falls, feeling the misty humidity. The anticipation of witnessing nature's grandeur was palpable. From Toronto, the resplendent cascade of Niagara Falls was visible. As we approached the viewpoint barrier, I could sense the gentle spray on my face. The sheer force of the falls left me awestruck, an indescribable experience that remains etched in my memory.

A plaque on the wall, visible in the photo, pays tribute to the Cuban poet José María Heredia, author of "Oda Al Niágara." This poet, born in Cuba but exiled for many years, eloquently expressed his love for his homeland amidst the falls' roaring might. While we had the option to descend and sail behind the falls in a small boat, I hesitated due to fear. The falls are truly magnificent. Illuminated at night, they present an unparalleled spectacle, though their true splendour shines through during the day.

We explored the park, situated 6.2 miles from the falls, a vast expanse of beauty.

The gardens boasted an array of flowers, including multicoloured tulips, with the standout being the Flower Clock, adorned with 16,000 flowers. This clock, one of the world's largest, was constructed in 1950 and undergoes biannual redesigns. Blooming from April to September, it welcomes visitors round the clock.

Forty-two years have elapsed since my visit, when I was a youthful 29. My fascination with these memories and photos endures. For those who've recently visited Niagara Falls, I'm eager to hear about your adventures and discoveries. Join me at the wall and delve into the world of one of Spanish America's most romantic poets of that era.

---

_{All images are my property.
Translated with DeepL.com (free version). I also used Grammarly to improve my writing.}