Un día de verano en el parque / A summer day in the park

Unos perros calientes para terminar el paseo no están de mas / A few hot dogs to finish off the walk are not a bad thing.

Su cara de felicidad es el mejor agradecimiento / His happy face is the best thank you

When we arrived in Argentina, everything was new, starting with the seasons. Coming from the tropics, we knew them only by reference from geography classes, but my youngest son had to see the theory and practice from a very young age.

We arrived here in the middle of winter, the coldest in the last 10 years according to the press, so when spring arrived we rejoiced like the locals, not knowing that summer would also be relentless, but with very high temperatures, more than we were used to in Venezuela.

The photos were just in the transition from summer to autumn, days when I did not know how to dress my children, because although there was sun sometimes the gusts of wind forced to be a little warmer.

The park was alone, it was a strange time to walk in the street if you did not want to end up burned, but they were so excited to go play, we went to the closest to home, and thank God, because now with my work rhythm, we hardly go out at any time to enjoy the outdoors.

My children played alone and then with some kids who came along with their parents. At the end of the afternoon, we went to buy hot dogs, which here are called "panchos", to eat before going back home.

Cuando llegamos a Argentina, todo era nuevo, empezando por las estaciones del año. Viniendo del trópico, las conocíamos solo por referencia de las clases de geografía, pero a mi hijo menor le tocó ver la teoría y la práctica desde muy pequeño.

Arribamos en pleno invierno, el más frío luego de los últimos 10 años decían en la prensa, así que cuando llegó la primavera nos alegramos como los locales, sin saber que el verano sería también implacable, pero con la temperatura muy alta, más de la que estábamos acostumbrados en Venezuela.

Las fotos fueron justo en el paso de verano a otoño, días en los que no sabía como vestir a mis hijos, pues aunque había sol a veces las ráfagas de viento obligaban a estar un poco más abrigados.

El parque estaba solo, eran horas raras para andar en la calle si no querías terminar quemado, pero era tanta la emoción por ir a jugar, que ibamos al más cercano a casa, y gracias a Dios, porque ahora con mi ritmo de trabajo, difícilmente salimos en cualquier momento a disfrutar del aire libre.

Mis hijos jugaron solos y luego con algunos niños que se acercaron junto a sus padres. Al final de la tarde, pasamos a comprar perros calientes, que aquí se llaman panchos, para comer antes de volver a casa.

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