My Actifit Report Card: May 29 2025

Hoy fue uno de esos días en los que apenas suena la alarma y ya sabes que será pesado. Desde temprano tenía claro que no podía perder tiempo. Tenía varias tareas acumuladas en el trabajo y mi plan era llegar temprano para terminarlas. No quería que nada quedara pendiente para el fin de semana.

Afortunadamente, todo salió como esperaba. Aunque el ritmo fue intenso, pude terminar lo que debía, y eso me dio una gran sensación de alivio. La idea de un fin de semana sin preocupaciones laborales me motivó a seguir adelante, aunque la jornada aún tenía más exigencias por delante.

En la mañana, antes de salir, me preparé un almuerzo rápido. Nada elaborado, solo lo suficiente para no pasar hambre en la tarde. Pero cuando finalmente llegó el momento de comerlo, me sorprendí. A pesar de la prisa con la que lo había hecho, quedó bastante bueno. A veces, incluso en lo más sencillo, hay espacio para la satisfacción.

Más tarde, en el trabajo, entregaron bolsas de comida. Una ayuda que, sin duda, es bienvenida. Sin embargo, al salir, cargar una bolsa de casi 20 kilos al hombro fue toda una prueba. Me sentí como si estuviera en el gimnasio, forzando cada músculo con ese peso extra. Pero no había opción. La comida es una necesidad, y aunque el camino a casa fue agotador, la recompensa valía el esfuerzo.

Llegar fue un alivio. La fatiga del día entero se acumuló en cada parte de mi cuerpo, pero también había algo de satisfacción. Hice todo lo que debía hacer, completé mis tareas, me aseguré de que mi fin de semana sería tranquilo, y además, recibí esa ayuda alimentaria.

A veces, los días más pesados son los que nos dejan la mayor sensación de logro. Son los que nos recuerdan que, aunque el esfuerzo nos agote, al final, cada acción tiene su recompensa.

Hoy fue un día de cansancio extremo, pero también de cumplimiento, de responsabilidad, y de esas pequeñas victorias que hacen que todo valga la pena. Ahora solo queda descansar y recuperar energías para lo que sigue.