My Actifit Report Card: May 15 2025

El día de hoy fue un día que comenzó como cualquier otro, pero con una energía que iba marcando la diferencia a medida que avanzaba. Desde temprano, el ritmo del trabajo me envolvió en esa rutina que, aunque a veces puede sentirse monótona, sigue siendo parte de mi crecimiento y responsabilidad. Hubo momentos de concentración y otros de distracción, pequeñas pausas en las que mi mente divagaba entre pensamientos sobre el fin de semana que se avecina y los pequeños placeres que hacen todo más llevadero.

Cuando finalmente salí del trabajo, el cielo me recibió con una advertencia en forma de nubes grises y un aire cargado de humedad. Era el tipo de atmósfera que susurra que algo se acerca, una amenaza de lluvia que parece debatirse entre quedarse contenida o desatarse sin aviso. Pero en lugar de verlo como un obstáculo, lo tomé como un desafío más, o una invitación a seguir con mi rutina sin miedo al clima.

Llegué a la plaza con la misma determinación de siempre. Me puse los audífonos, seleccioné una lista de reproducción que se sintiera como el empuje perfecto y comencé a trotar. Cada paso sobre el pavimento era un recordatorio de por qué hago esto: el esfuerzo, la disciplina y el placer de sentir el cuerpo en movimiento. A pesar del aviso del cielo, el clima me respetó. Ni una gota de lluvia, solo ese aire cargado que parecía aumentar la intensidad del momento.

Mientras corría, mi mente se soltó, como siempre sucede. Pensé en todo y en nada al mismo tiempo. En los pequeños logros de la semana, en los retos que quedan por delante, en cómo un simple hábito como este se ha convertido en parte de mí. Es curioso cómo el esfuerzo físico logra silenciar los ruidos internos. Mientras más avanzo, más siento que dejo atrás cualquier tensión acumulada.

Cuando finalmente terminé mi rutina y me detuve para recuperar el aliento, una ola de cansancio me golpeó. Ese cansancio satisfactorio, el que me dice que hice lo que tenía que hacer, que cumplí conmigo mismo. Me miré alrededor y sentí el alivio de haberlo logrado una vez más.

Ahora, de vuelta en casa, con el fin de semana justo en la puerta, el cuerpo reclama descanso y la mente pide un momento de tranquilidad. Es hora de bajar el ritmo, de cambiar la energía del movimiento por la de la relajación. Quizás escribir un poco, ver algo interesante, o simplemente dejar que el tiempo pase sin la urgencia de hacer algo concreto. Lo que sí sé es que hoy fue un buen día. Un día de trabajo cumplido, de esfuerzo físico enfrentado y de satisfacción ganada. Y ahora toca disfrutar lo que viene.