[ENG-SPN] Where Silence Speaks: Miracles and Solitude in the Duratón Gorges / Donde el Silencio Habla: Milagros y Soledad en las Hoces del Duratón

It was, without a doubt, another Thebaid, albeit on a smaller scale than in other places, such as El Bierzo, where men took refuge. Wounded by the unforeseeable cataclysm that marked the collapse of the Visigothic kingdom in Spain, they followed the same light that knocked Saul off his horse on the road to Damascus and made this supernatural desert their home, where, like the anchorites Jerome and Anthony, they withdrew forever from the world to face the temptations of solitude.

They say they performed miracles and died in the odor of sanctity, centuries after the Benedictines arrived at these solitary gorges, where today we know that the vultures that nest in the interstices of their desolate cliffs continue to defy the wind, coming and going from the mountains of Cantabria, possibly from those same places where other anchorites also ended up on the ground, there, in the most remote and unlikely corners of the heart of Valderredible.

But here, not far from that city, Sepúlveda, where Christians and Muslims massacred each other, is a river, with a Celtiberian name, the Duratón, which, proving the Hindu poet Tagore right, has been shaping these magnificent gorges for millennia. But always with its dance and song.

Fue, sin duda, otra Tebaida, si bien, a menor escala que en otros puntos, como el Bierzo, donde se refugiaron hombres, que, zaheridos por el imprevisible cataclismo que supuso el hundimiento del reino visigodo en España, siguieron esa misma luz que derribó a Saulo del caballo camino de Damasco e hicieron su hogar de este sobrenatural desierto, donde, al igual que los anacoretas Jerónimo y Antonio, se alejaron para siempre del mundo, para enfrentarse a las tentaciones de la soledad.

Dicen que hicieron milagros y murieron en olor de santidad, siglos después de que los benedictinos arribaran a estas solitarias Hoces, donde hoy en día sabemos que los buitres que anidan en los intersticios de sus desolados riscos, continúan desafiando al viento, yendo y viniendo de los montes de Cantabria, posiblemente de esos mismos lugares donde otros anacoretas dieron también con sus huesos en la tierra, allá, en los rincones más apartados e inverosímiles del corazón de Valderredible.

Pero aquí, no lejos de esa ciudad, Sepúlveda, donde cristianos y musulmanes se masacraron mutuamente, es un río, de nombre celtíbero, el Duratón, el que, otorgándole la razón al poeta hindú, Tagore, ha ido moldeando durante milenios estas soberbias Hoces. Pero eso sí: siempre con su danza y su canción.

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