[ENG-SPN] The Geometry of Mystery: Nieva, Olmedo, and Ávila under the sign of the Soterraña / La Geometría del Misterio: Nieva, Olmedo y Ávila bajo el signo de la Soterraña

On the border where Valladolid and Segovia meet, and a short distance from a city like Olmedo, popularized during the so-called Spanish Golden Age by that illustrious master of theatrical tragicomedy, Don Lope de Vega y Carpio, whose mortal remains rest eternally in Madrid's Church of Saint Sebastian, lies a rustic town whose name, Nieva, possibly reflects the extreme harshness of the winters that descend on this part of the vast Castile.

Not so wide, however, as to conceal an imaginary mysterious triangle, which, affecting three of the most significant architectural landmarks of Castilian cities that still preserve much of their ancient tradition, is characterized by the empirical prominence of the presence of three Black Virgins, who, coincidentally or causally, respond to the same devotion of 'the Soterraña' or 'the Underground': Nieva, Olmedo, and Ávila.

In Nieva, the container of this miraculous image, we find it in one of the oldest monasteries in Castile, which, known as Santa María la Real de Nieva, offers, like many others of its kind, a varied display of styles. Among these, of course, the Gothic prevails, tending, as Goethe affirmed, to raise one's gaze and seek God in the heights, and the Romanesque, an original style that preserves, in its magnificent cloister, a haven of peace where one can connect with the spirit, following in its different pavilions the play of light with the unalterable passage of the sun, ideal for awakening inner transcendence, with the presence, among its magnificent sculptures, not only of relevant episodes from the Old and New Testaments, but also the possibility of rediscovering those lost archetypes, which, although of confusing meaning to modern man, nevertheless constituted that symbolic school in which medieval man was immersed.

En el límite fronterizo en el que convergen Valladolid y Segovia, a corta distancia, además, de una ciudad como Olmedo, popularizada durante el denominado Siglo de Oro español por aquel ilustre maestro de la tragicomedia teatral, cuyos restos mortales reposan eternamente en la madrileña iglesia de San Sebastián, Don Lope de Vega y Carpio, se localiza una campechana localidad, cuyo nombre, Nieva, posiblemente obedezca a la extrema rigidez de los inviernos que se abaten sobre esta parte de la ancha Castilla.

No tan ancha, sin embargo, como para ocultar un imaginario triángulo mistérico, que, afectando a tres de los hitos arquitectónicos más relevantes de unas ciudades castellanas que todavía conservan buena parte de su antigua tradición, se caracterizan por el protagonismo empírico de la presencia de tres Vírgenes Negras, que, casual o causalmente, responde a la misma advocación de ‘la Soterraña’ o ‘la Subterránea’: Nieva, Olmedo y Ávila.

En Nieva, el continente de esta milagrosa imagen, lo encontramos en uno de los monasterios más antiguos de Castilla, el cual, conocido con el nombre de Santa María la Real de Nieva, ofrece, como muchos otros de su género, un surtido despliegue de estilos, entre los que, por supuesto, prevalecen el Gótico, tendente, como afirmaba Goethe, a alzar la mirada y buscar a Dios en las alturas y el Románico, estilo original, que conserva, en su magnífico claustro, además de un remanso de paz donde conectar con el espíritu, siguiendo en sus diferentes pabellones el juego de la luz con el paso inalterable del sol, ideal para despertar la trascendencia interior, con la presencia, entre sus magníficas esculturas, no sólo de relevantes episodios del Antiguo y del Nuevo Testamento, sino también, la posibilidad de reencontrarse con aquellos perdidos arquetipos, que, aunque de significado confuso para el hombre moderno, constituían, no obstante, esa escuela simbólica en la que se sumergía el hombre medieval.

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