[ENG-SPN] Death, a morbid fascination / La Muerte, una morbosa fascinación

It is curious, but when we talk about Death, generally we all shudder and at the same time, feel a paradoxical, if not morbid, sensation of attraction for everything it represents. Metaphorically speaking, we could see in her the only maiden capable of bending us and shattering that fragile house of cards, which, deep down, we can come to assume are our values and conditioning. In front of her, her pride is worthless; bravery becomes the helpless cry of a child and that fragile crystal, called vanity, fractures into a thousand pieces. We are dust and as such, the favorite mortar with which it, Death, always shapes the intricate halls of the Unknowable.

And yet, whether by intuition or a vain desire of overbearing desire for survival, all cultures, since the dawn of time, have agreed that Death is not the end, but the beginning of a new path. Perhaps for this reason, there are many traditions in which we are compared to pilgrims. Pilgrims, destined to find themselves in any of those infinite stages that lead to a predetermined destination that leads to a very special destination: the Sanctuary of Eternity.

Resulta curioso, pero cuando hablamos de la Muerte, generalmente todos nos estremecemos y a la vez, sentimos una paradójica, cuando no morbosa sensación de atracción por todo cuanto representa. Metafóricamente hablando, podríamos ver en ella la única doncella capaz de doblegarnos y hacer trizas ese frágil castillo de naipes, que, en el fondo, podemos llegar a suponer que son nuestros valores y condicionamientos. Frente a ella, de nada vale el orgullo; la valentía se convierte en el desvalido llanto de un niño y ese frágil cristal, llamado vanidad, se fractura en mil pedazos Somos polvo y como tal, la argamasa predilecta con la que ésta, la Muerte, factura siempre los intrincados salones de lo Incognoscible.

Y, sin embargo, sea por intuición o por un vano deseo de prepotente sentido de supervivencia, todas las culturas, desde el alba de los tiempos, han coincidido en que la Muerte no es el final, sino el comienzo de un nuevo camino. Quizás por ello, no son pocas las tradiciones en las que se nos compara con peregrinos. Peregrinos, destinados a encontrarse en cualquiera de esas infinitas etapas que conducen a un destino predeterminado que finaliza en un lugar muy especial: el Santuario de la Eternidad.

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