[ENG-SPN] Beyond the Walls: The Hidden Romanesque of Ávila / Más Allá de las Murallas: El Románico Escondido de Ávila

Far from the charismatic display of sacred geometry of a cathedral, that of San Salvador, and a basilica, that of San Vicente, whose magnetic seduction captures most of the tourist attention in this walled Arevaco fiefdom, which, despite everything, remains a medieval city like Ávila, there also exists a small and metaphorical universe, in which some hermitages gravitate, like small satellites, not lacking in interest.

Located outside the walls and practically on the banks of a river, the Adaja, whose flow falls silent every winter with that appearance of sudden death, as, even from a Bécquerian point of view, we might consider ice, the hermitage of San Segundo continues to be that lamp of silent wisdom, welcoming and seeing off pilgrims, watching time and fashions pass by.

Vastly transformed in times when the original hermetic character of sacred architecture ceased to be a resonance of the unknowable, becoming a cuckoo's nest, its original Romanesque style from that century when queens like Eleanor of Aquitaine became cultural patrons of singer-songwriters committed to Courtly Love, the 12th century, retains some details, including the main portal, whose symbols, including the Seal of Solomon, remind, especially to pilgrims who are committed to the search for transcendence, that strange phrase by the mysterious Maestro Roncellín: "You shall know them by their signs." Enigmas of old Ávila.

Lejos del carismático despliegue de geometría sagrada de una catedral, la de San Salvador y de una basílica, la de San Vicente, cuya magnética seducción acapara la mayor parte de la atención turística en ese feudo arévaco amurallado, que, a pesar de todo, continúa siendo una ciudad medieval como Ávila, existe también un pequeño y metafórico universo, en el que gravitan, como pequeños satélites, algunas ermitas, no carentes de interés.

Situada fuera de las murallas y prácticamente a la vera de un río, el Adaja, el flujo de cuyas aguas enmudece todos los inviernos bajo ese aspecto de muerte súbita, como, siquiera sea desde un punto de vista becqueriano, podríamos considerar al hielo, la ermita de San Segundo continúa siendo ese candil de silente sabiduría, que recibe y despide a los peregrinos, viendo el tiempo y las modas pasar.

Muy transformada, en tiempos donde el primigenio carácter hermético de la arquitectura sacra dejó de ser una resonancia de lo incognoscible, para convertirse en nido de cucos, de su románica originalidad de aquel siglo en el que reinas como Leonor de Aquitania se convertían en mecenas culturales de cantautores comprometidos con el Amor Cortés, el XII, conserva algunos detalles, portada principal incluida, cuyos símbolos, sellos de Salomón entre ellos, recuerdan, sobre todo a los peregrinos que apuestan por la búsqueda de la trascendencia, aquella extraña frase del misterioso Maestro Roncellín: ‘por sus signos los conoceréis’. Enigmas de la vieja Ávila.

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