[ENG-SPN] Between cave houses and windmills / Entre casas-cueva y molinos

We will never be absolutely certain that it was really here, in this beautiful village in La Mancha, the birthplace, moreover, of one of our most international artists—so international, in fact, that she "snatched" Gary Cooper's wallet in the film "Veracruz"—Sarita Montiel, where the creative genius of Miguel de Cervantes set one of the most subjective adventures of the illustrious knight, Don Quixote de la Mancha: Campo de Criptana.

Campo de Criptana, signs and modern brickwork aside, continues to enjoy, despite everything, and even more so, despite the passage of time, that same gentle and peaceful panorama, which still, centuries later, continues to challenge the imagination of locals and foreigners alike, with those windmills, which are the same giants that the bold and visionary knight once attacked, spurring the rickety haunches of his battered mount, the noble Rocinante.

But, in addition to the windmills, beneath the slow churn of whose blades, rich and poor settled the same differences that separate workers from the medieval misogyny of the Treasury today, they also remain, as a reminder that we are heading towards those times when, thanks to the greed of a few, the world is on the way to reliving the same experiences of those families and their meager livestock, forced by poverty to share a crude underground space so as not to sleep outdoors: the cave houses. And as was well said in that other gem of medieval Spanish literature, the anonymous work of "Mío Cid": what good vassals for such bad lords!

Nunca tendremos la absoluta certeza de que fuera realmente aquí, en este precioso pueblo de la Mancha, lugar, además, donde nació una de nuestras artistas más internacionales -de hecho, tan internacional, que le ‘robó’ la cartera al mismísimo Gary Cooper en la película ‘Veracruz’- Sarita Montiel, donde el genio creativo de Miguel de Cervantes situara una de las aventuras más subjetivas del ilustre caballero, Don Quijote de la Mancha: Campo de Criptana.

Campo de Criptana, rótulos y ladrillería moderna aparte, continúa gozando, a pesar de todo y mucho más aún, a pesar del tiempo, de esa misma panorámica, mansa y apacible, que todavía, al cabo de los siglos, continúa desafiando la imaginación de propios y extraños, con esos molinos, que son los mismos gigantes a los que acometiera el audaz y visionario caballero, espoleando las raquíticas ancas su vapuleada montura, el noble Rocinante.

Pero, además de los molinos, bajo el lento trajinar de cuyas aspas, ricos y pobres dirimían las mismas diferencias que separan hoy en día al trabajador de la misoginia medieval de Hacienda, subsisten también, como recuerdo de que vamos camino de aquellos tiempos en los que, merced a la avidez de unos pocos, el mundo va camino de volver a vivir las mismas experiencias de aquellas familias y su escaso ganado, obligados por la miseria a compartir un tosco espacio subterráneo para no dormir a la intemperie: las casas-cueva. Y es que, como bien se decía en esa otra joya de la Literatura medieval española, que es la obra anónima de ‘Mío Cid’: ¡qué buenos vasallos, para tan malos señores!.

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