Un paseo visual por Playa Huequito

A veces también voy a la playa a disfrutar del mar; eso ocurre cuando los deseos de salir a tejer caminos para conocer el mundo me asaltan y me da por ir a algún lugar de Venezuela porque viajar es bueno para la salud, para la mente y para el espíritu; cambiar de paisaje es saludable y más en un país como el nuestro donde vivimos en un estado de alerta por el deterioro de los servicios humanitarios: escasez de justicia, deficiencias de tolerancia, apatía ante el amor al prójimo, niveles bajos de respeto, carencia de normas de cortesía y paro antes de llegar al barranco.

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He eliminado las fotos que muestran piernas huesudas y barrigas de tambores porque no aportan nada al arte de vivir; lo que deseo es mostrar un paseo visual por Playa Huequito, un rincón bonito ubicado en Puerto Cabello, estado Carabobo, Venezuela.

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Cuando te reciben con una sonrisa se crean puentes afectivos y esta sonrisa, simbólica y expresiva nos dio la primera idea de lo bien que nos iría en esta playa y nos fue bien porque desde que llegamos le entramos al agua.

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El paseo visual comenzó con la entrada a la playa, lo siguiente fue lo típico: la gente bañándose, el niño con su carga de alegría en el juego, el vendedor de helados, sombreros, lentes o mariscos; el ambiente de tranquilidad y regocijo son buenos para liberar el estrés, para la disrupción de la rutina, para que el cerebro creador se distraiga mientras en lo profundo de su asombroso misterio siga trabajando en aquello que le ordenamos.

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Por cierto que Playa Huequito queda al lado de Playa la Rosa y la diferencia entre una y otra es que en la primera no hay que pagar para bañarse; el lugar es asedo, las olas mansas, la atención amena y por la tarde llegan las golondrinas y nos regalan un bonito espectáculo; con el cielo de fondo, el vaivén de las olas, las gaviotas hacen círculos al alrededor de las cabañas y luego, una a una, bajan a recoger su comida.

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Si alguno de ustedes vive por los lados de Barinas, Portuguesa, Lara o Yaracuy, Playa Huequito les queda cerca, tranquilamente van, se dan un baño y pueden regresar a casa el mismo día y así, lo que van a gastar en hospedaje lo invierten en un delicioso pescado, una cerveza fría, un vuelvealavida o rompecolchón, como desee llamarlo. Anímense que todavía estamos de vacaciones.

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