Beyond the mud and rain. (en/es)

I couldn't stand Osbel, I couldn't deal with him, I didn't like him. To me, he was a journalist from an official media outlet and, on top of that, a sports commentator and baseball fanatic. And I despised everything to do with slogans and ball games.

So the young journalist from my generation and my homeland had every reason to earn my rejection. It was better from a distance. Even when we ran into each other on the streets of the city. Even when he had his controversial articles in the press. I would read them and roll my eyes.

A couple of times we got into heated exchanges in the comments sections of publications, when social media began to be that necessary space to visualise our social controversies. And each of us ardently argued our side. Because everyone in this world will always see the issue from different points of view.

Nothing, for me we were enemies. For me, we were two fighting cocks waiting for the moment to attack each other. One day, when the humanitarian aid campaigns of Proyecto Faro were about to pass the cyclone, he showed up at the office where Misael and I were waiting for a volunteer to take some medicine that a child needed to Consolacion del Sur. The weather was terrible, it was raining. I had already assumed that the aid would not arrive on time.

Osbel appeared, still wearing his shirt and smart shoes because he had come from the television station. He stood at the office door, looking radiant and clean, and told us he had come to take the medicine. I looked him up and down, looked at Misael and said, "He's going to get muddy on the way." Misael gave him the things he had to take, explained everything to him, and he left.

We already had to close the office where the donations were because the weather had gotten even worse. Misael and I looked at each other in silence, knowing it was crazy to send him there on a motorbike in that storm. I said to him, 'Don't worry, bad bugs never die'... And Misa rolled his eyes at me.

I went home and spent a long time worrying about that boy I couldn't stand. But at about an hour and a half later, he was at the bottom of my building, his shirt and smart shoes covered in mud, ready to give me a package he also had to bring back, humanitarian aid for someone else.

From that day on, my perception changed, although I continued to keep my distance from the boy with the newspaper and the sports gear. And whom, due to social pressure, I had to keep at arm's length on this island marked by ideological differences. He never told me, but I know that deep down, he felt the same way.

Life brought us closer together, bringing us together in many places and moments. And that desire to confront him, that desire to refute everything he said, became less and less. Because where there was hatred, we put love. And where we both noticed every point we had in common.

Our love for our families, our love for the neighbourhoods where we were born, our love for caldosa, our love for our people, our sense of humour, the criticisms we agreed on and the respect we had for those we disagreed on. The trips to the rivers, the trips to the beach, the tamales, the chicharrones, the "pepto-bismol" scenes 🤣.

There was more that brought us together than what separated us. And to complement that, his wife, daughter, mother-in-law, my brother, sister-in-law, mother, nephews, friends we both had in common, and others we made at the same time joined us.

And before we knew it, those differences no longer existed. No ideology, no profession or hobby could be stronger than our mutual affection.

Today he is one of my brothers, and that is unquestionable.

Thank you, my friend, for teaching me that humanity always prevails, beyond the mud and the rain.

Happy birthday!!!

The images used in this post are my property and were taken with my Xiaomi mobile phone. Translation into English by Deepl Translate. You can find me on the following social media profiles: Twitter, Instagram.

SPANISH VERSION (click here!)

Yo no soportaba a Osbel, no podía con él, no lo rodaba. Para mi era un periodista de un medio oficial y encima un narrador deportivo, un fanático del béisbol. Y yo repudiaba todo lo que tuviera que ver con consignas y pelota.

De modo que el joven periodista de mi generación y de mi tierra, tenía todas las papeletas para ganarse mi rechazo. De lejitos era mejor. Aún cuando coincidíamos por las esquinas de la ciudad. Aún cuando tenía sus artículos polémicos en la prensa. Y yo los leía y estiraba la bembita.

Un par de veces nos metimos par de ráfagas en los comentarios de las publicaciones, cuando las redes comenzaron a ser ese espacio necesario para visualizar nuestras polémicas sociales. Y cada uno, con ardor tiraba para su parte. Porque cada uno en este mundo siempre verá el asunto desde puntos de vista diferentes.
Nada, que para mí éramos enemigos. Para mí, éramos dos gallos de pelea esperando el momento de atacarnos.

Un día, cuando las campañas de ayuda humanitaria del Proyecto Faro, a punto de pasar el ciclón. Se apareció en la oficina donde Misael y yo esperábamos porque apareciera un voluntario para llevar hasta Consolacion del Sur un medicamento que un niño estaba necesitando.

El tiempo estaba malísimo, llovía. Y ya yo daba por sentado que aquella ayuda no podría llegar en tiempo. Osbel apareció, vestido aún con su camisa y sus zapatos elegantes porque venía de la televisión. Se paró en la puerta de la oficina. Todo radiante y limpio y nos dijo que venía a llevar el medicamento. Yo lo miré de arriba abajo, miré a Misael y le dije: “se va a enfangar por el camino”.

Misael le dio las cosas que tenía que llevar, le explicó todo y él se fue. Ya teníamos que cerrar la oficina donde estaban las donaciones porque el tiempo se había puesto todavía más feo. Misael y yo nos miramos en silencio, sabíamos que era una locura mandarlo hasta allá en moto con aquel temporal. Yo le dije: “no te preocupes, bicho malo nunca muere”… Y el Misa me reviró los ojos.

Me fui a casa y estuve mucho rato preocupado por aquel muchacho a quien yo no soportaba. Pero como a la hora y tanto, estaba en los bajos de mi edificio, con su camisa y sus zapatos elegantes llenos de fango, dispuesto a entregarme un envío que también debía traer de regreso, una ayuda humanitaria para alguien más.

Desde ese día cambió mi percepción, aunque yo seguía marcando la distancia con el chico de la prensa y el deporte. Y a quien, por fuerza social debía mantener al margen en esta isla marcada por las diferencias ideológicas. Nunca me lo ha dicho, pero sé que en el fondo también le pasaba.

La vida nos fue acercando, nos hizo coincidir en muchos espacios y momentos. Y aquellas ganas de enfrentarlo, aquellas ganas de rebatir todo lo que él dijera, fueron cada vez menos. Porque donde estaba el odio, pusimos el amor. Y donde ambos fuimos advirtiendo cada punto que tenemos en común.

Nuestro amor por las familias, nuestro amor por los barrios en que nacimos, nuestro amor por la caldosa, nuestro amor por nuestra gente, nuestro sentido del humor, aquellas críticas en las que coincidimos y el respeto ante aquellas en las que no coincidimos. Los viajes a los ríos, los viajes a la playa, los tamales, los chicharrones, las escenas del “pepto- bismol” 🤣.

Era más lo que nos acercaba que lo que nos distanciaba. Y para complementarlo llegaron su esposa, su hija, su suegra, mi hermano, mi cuñada, mi madre, mis sobrinos, los amigos que ambos teníamos en común y otros que hicimos a la vez.

Y cuando menos lo pensamos, ya aquellas diferencias no existían. Ya ninguna ideología, ningun oficio o afición podía ser más fuerte que nuestro cariño mutuo.

Hoy es uno de mis hermanos y eso es incuestionable.

Gracias, amigo mío, por enseñarme que siempre lo humano es lo que prevalece, más allá del fango y de la lluvia.

Feliz cumpleaños!!!

Las imágenes utilizadas en la publicación son de mi propiedad tomadas con mi móvil Xiaomi. Traducción al Inglés por Deepl Traslate. Puedes encontrarme en los siguientes perfiles de redes sociales: Twitter, Instagram.