Hay días que empiezan temprano... y no me refiero a las 7:00 a.m., sino a ese momento en que abres los ojos y ya estás pensando en todo lo que te espera. Así empezó hoy: con bata verde, sonrisa en el rostro, y muchas ganas de dar lo mejor de mí.

Me tomé una selfie antes de entrar al salón, porque a veces una misma necesita recordarse que sí, que aunque sea duro, aunque falten cosas y sobren cansancios, seguimos aquí. Con la cabeza en alto, con la vocación intacta… y con la sonrisa lista.

Pero seamos sinceros: nada comienza oficialmente hasta que no hay café.
Y si trabajas en el sector salud, sabes bien de lo que hablo.
Una pequeña taza puede parecer poca cosa, pero guarda dentro ese empujón que a veces necesitamos para seguir. No es solo cafeína, es pausa, ritual, fuerza.

En medio de cirugías, pacientes, historias difíciles y momentos lindos, ese sorbo se convierte en un suspiro. En un “aquí vamos de nuevo” con sabor intenso y familiar.

Hoy fue uno de esos días. Largos, intensos, humanos.
Y por eso quise capturar dos cosas que lo representan bien:
mi sonrisa antes de comenzar… y mi taza de café que siempre me acompaña.

Porque la medicina también se vive desde lo pequeño. Desde lo que no sale en los libros.
Desde un instante en que simplemente te detienes y respiras… para luego seguir.

English Version

There are days that start early... and I don’t mean 7:00 a.m. I’m talking about that moment when you open your eyes and you’re already thinking about everything that’s waiting for you. That’s how today began: wearing my green scrubs, a smile on my face, and a strong desire to give my very best.

I took a selfie before stepping into the OR, because sometimes you need to remind yourself that yes— even when it’s hard, even when things are missing and tiredness is overflowing — we’re still here. Head held high, calling still intact… and smile ready.

But let’s be honest: nothing really starts until there’s coffee.
And if you work in healthcare, you know exactly what I mean.
A small cup may not seem like much, but inside it holds that little push we sometimes need to keep going. It’s not just caffeine — it’s pause, ritual, strength.

In the middle of surgeries, patients, tough stories, and beautiful moments, that sip becomes a breath. A “here we go again” with a bold and familiar taste.

Today was one of those days. Long, intense, human.
And that’s why I wanted to capture two things that represent it well:
my smile before it all begins… and my little cup of coffee that’s always by my side.

Because medicine is also lived through the small things. Through what doesn’t make it into the textbooks.
Through the simple moments when you just stop and breathe… so you can keep going.

Source
All the photos are taken and edited by me on Snapseed.
Translated with DeepL.com (free version)

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