Las próximas semanas —quizás meses— no van a ser fáciles. Y no lo digo como una queja, sino como un suspiro profundo antes de una larga subida. En más de un post les he contado sobre la situación quirúrgica en mi país, lo limitada que ha estado la actividad en nuestros hospitales y cómo eso ha repercutido en nuestras rutinas como personal médico… y más allá, en la vida de muchas familias.

Llevo dos días reunida, debatiendo, buscando soluciones junto a colegas de enfermería, laboratorio, anestesia… Todos con una mezcla de cansancio y ganas, de frustración y amor por lo que hacemos. Al final, tomamos una decisión que no es fácil, pero sí necesaria: vamos a operar a los niños de lunes a sábado, todos los días, con hasta ocho casos diarios.

Es una locura, lo sé. Implica jornadas maratónicas, noches sin dormir, y despedirme por un tiempo de cosas que me hacen bien, como escribir por aquí. Hive me ha dado tanto: compañía, desahogo, alegría. Pensar que estaré menos activa me pone un poco triste, pero no puedo ignorar lo otro… lo que me emociona profundamente.

Voy a poder ayudar a muchos niños. A cientos de ellos. A esos padres que llevan años con la esperanza atada con hilo, esperando que alguien les diga “ya, todo está bien”. Voy a ser parte de eso. Y no hay cansancio que me quite el privilegio de decirlo.

Así que si no me ven tanto por acá, si paso días sin comentar o escribir, no es que me fui ni que olvidé este rincón que tanto amo. Es que estoy con bata y gorro quirúrgico, sosteniendo manos pequeñas, intentando devolverles la salud a los más vulnerables, incluso si eso significa aplazar mis esperadas vacaciones.

Gracias por estar, por leerme siempre. Nos vemos en cada pausa, en cada sorbo de café robado entre cirugías. Y cuando vuelva con más calma, les contaré todas las historias que me queden tatuadas en el alma.

Con cariño,
una doctora con ojeras… y el corazón lleno.

English Version

The next few weeks - maybe months - are not going to be easy. And I don't say that as a complaint, but as a deep sigh before a long climb. In more than one post I have told you about the surgical situation in my country, how limited the activity in our hospitals has been and how that has impacted our routines as medical staff... and beyond, in the lives of many families.

I have been meeting for two days, debating, looking for solutions together with colleagues from nursing, laboratory, anesthesia... All of us with a mixture of tiredness and desire, frustration and love for what we do. In the end, we made a decision that is not easy, but necessary: we are going to operate on children from Monday to Saturday, every day, with up to eight cases a day.

It is crazy, I know. It involves marathon days, sleepless nights, and saying goodbye for a while to things that do me good, like writing here. Hive has given me so much: company, relief, joy. The thought that I'll be less active makes me a little sad, but I can't ignore the other thing... the thing that excites me deeply.

I'm going to be able to help so many children. Hundreds of them. Those parents who have had their hopes tied with string for years, waiting for someone to tell them “ya, it's all good”. I'm going to be a part of that. And there is no fatigue that will take away my privilege to say it.

So if you don't see me here as much, if I don't comment or write for days, it's not that I've left or that I've forgotten this corner I love so much. It's just that I'm in a surgical gown and cap, holding little hands, trying to restore health to the most vulnerable, even if that means postponing my long-awaited vacation.

Thank you for being, for always reading me. See you in every pause, in every sip of coffee stolen between surgeries. And when I return with more calm, I will tell you all the stories that remain tattooed on my soul.

With love,

a doctor with dark circles under her eyes... and a full heart.

Source
All the photos are taken and edited in Snapseed.
Translated with DeepL.com (free version)

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