Llevaba varios días con la idea rondándome en la cabeza: volver a Café Libros a la carta. Desde la última vez me había quedado con ganas de repetir ese frapuchino tan rico que hacen ahí, y ya lo había conversado con mi residente. Hoy, como no había salón, nos pareció la oportunidad perfecta para escaparnos un rato después del trabajo.

El día estaba insoportablemente caluroso, de esos que te roban hasta las ganas de moverte. Cuando llegamos al café, notamos de inmediato que el aire acondicionado no funcionaba, solo un par de ventiladores intentando hacer su parte. Igual, con el antojo que teníamos, eso no nos detuvo.

La idea era clara: empezar con una limonada frapé bien fría para refrescarnos y luego pedir nuestros cafés y algo rico para picar. Pero la camarera se acercó con una sonrisa algo resignada y nos dio la triste noticia: no había electricidad. Eso significaba... nada de frapeados, ni cafés, ni comida caliente. Prácticamente, no había nada de lo que habíamos ido a buscar.

Nos miramos con cara de “¡no puede ser!” y estuvimos a punto de irnos, pero decidimos quedarnos al menos por una limonada natural. Estaba fría, deliciosa y, aunque no fue lo que planeamos, se sintió como un pequeño premio en medio del caos del día.

A veces las cosas no salen como uno espera, pero compartir ese rato tranquilo, sin prisas y entre charlas, hizo que el momento valiera la pena. Nos fuimos sin café, sí, pero con algo mejor: una pausa bonita en medio de la rutina.

English Version

For several days I had the idea in my head: to return to Café Libros a la carte. Since the last time I had wanted to repeat that delicious frapuchino they make there, and I had already discussed it with my resident. Today, since there was no salon, it seemed like the perfect opportunity to escape for a while after work.

The day was unbearably hot, the kind of hot that robs you of even the desire to move. When we arrived at the café, we immediately noticed that the air conditioning was not working, just a couple of fans trying to do their part. However, with the craving we had, that didn't stop us.

The idea was clear: start with a cold frapé lemonade to cool us down and then order our coffees and something tasty to nibble on. But the waitress came over with a somewhat resigned smile and gave us the sad news: there was no electricity. That meant... no frappes, no coffees, no hot food. Practically, there was nothing of what we had come for.

We looked at each other with a “no way!” face and were about to leave, but decided to at least stay for some natural lemonade. It was cold, delicious, and although it wasn't what we planned, it felt like a little treat in the midst of the chaos of the day.

Sometimes things don't work out the way you expect, but sharing that quiet time, unhurried and in between chats, made the moment worthwhile. We left without coffee, yes, but with something better: a nice break in the middle of the routine.

Source
All the photos are taken and edited on Snapseed by me.
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