Era el último día del año y las llamas de la chimenea bailaban fervorosamente, proyectando un cálido resplandor por toda la habitación donde estaba la familia reunida a la espera de un nuevo año, Maia estaba sentada frente a la chimenea, sumida en sus pensamientos y reflexiones.

Mientras miraba el fuego parpadeante, Maia no podía dejar de contemplar los objetivos y sueños que se había fijado a principios de año. Se dio cuenta de que había conseguido muchas cosas, lo que la llenó de satisfacción, el fuego crepitaba como un eco de su regocijo.

Pero en medio de esa alegría, ardía en su interior una furia silenciosa, Maia sabía que aún le quedaba mucho por conseguir, más metas por alcanzar; la intensidad de su ambición crecía, alimentada por las ardientes brasas que tenía ante sí, deseaba superar sus límites y dejar su huella en el mundo.

Inmersa en la contemplación, la mente de Maia vagaba por los recuerdos de su viaje, recordó los obstáculos que había superado, las dudas que había vencido y los momentos de euforia cuando alcanzó sus metas, el fuego parecía reflejar su resistencia, parpadeando y bailando con colores vibrantes.

A medida que la noche se hacía más profunda, la determinación de Maia cristalizaba en un impulso concentrado, las historias de sus éxitos se convirtieron en combustible para sus esfuerzos. Se dio cuenta de que todos los contratiempos y errores habían sido peldaños hacia el crecimiento, el fuego rugió con nueva intensidad, reflejando su tenacidad y esa noche, mientras esperaba el nuevo año, Maia se permitió disfrutar del calor que emanaba de la chimenea, no solo del calor físico, sino también del calor de la plenitud y la satisfacción fruto de su esfuerzo.

Esta es mi participación para el Extraño Concurso No. 35 Mis propositos de Año Nuevo

Invito a @irenenavarroart y @lecumberre para que dejen volar su imaginación y nos deleiten con sus historias