Cuando la naturaleza te atravieza hasta los huesos

De esos lugares en donde no puedo salir porque siento que estoy dentro del útero de mamá. Pero no puedo salir porque la sensación de calidez y de amor por el espacio que me rodea es absoluto. Eso me pasa cada vez que voy al campo. No importa a qué campo vaya en qué provincia o país pueda estar pero para mi ir al campo es conectar con una parte de mi imposible de desconfigurar y que claramente no quiero hacerlo por nada del mundo. Porque siento que es una parte de mi que me tiene conectado a la vida siendo esta la naturaleza. Como si un cordón como el que los bebés tienen que su mamá antes de nacer.

Esta vez me reencontré con el amor por mi pachita querida de una manera especial. Generalmente en los campos está bastante lleno de animales, vacas, caballos, ovejas, etc. Pero para mi este tipo de campos no son los más común o visitado por mi, porque amigos y familiares que tengo tiene algunos campos pero son campos de cultivo no ganaderos y ni siquiera los suelen tener para equilibrar sus cultivos, porque en su mayoría tienen monocultivos.

Por eso, me sentí diferente. Esta vez estaba lleno de animales en todo los alrededores y la experiencia fue completamente diferente. Yo no soy de esas personas que trata a los animales como mascotas. Ni siquiera a los animales domésticos. Y esta vez vi las vacas y me generaron algo diferente, algo especial. Me crearon una sensación de ternura que me dio un amor absoluto que quise acercarme, verlas de cerca y yo soy una persona muy respetuosa de los animales y sus espacios personales. Pero no lo pude aguantar y me quise acercar a verlos y ver si me daban la oportunidad y alguna señal que me diera a entender que podía acercarme más y que podía acariciarlos.

Cada vez que tengo estas oportunidades estoy más convencido de querer vivir en la naturaleza con respecto y con permiso. Sin ser muy invasivo y sin querer intervenirla, sino siendo amable y cariñoso con ella. Me está pasando qué estoy tan cerca y tan en contacto. Muy sensible me llega tanto tener un contacto estrecho con la naturaleza que no me es ajena.

Hoy me siento intervenido por la naturaleza, atravesado y me hace poner del otro lado de la vereda. Muchas veces me da miedo que no podamos darnos cuenta del peso que tiene nuestros pequeños actos sobre la naturaleza. Desde cambiar una bombilla de plástico por una de cartón. Como poder también tener conciencia de todo lo bien y mal que podemos hacer sobre nuestro entorno.

No se si la mayoría de nosotros puede pero nuestro mundo es como la panza de mamá cuando estamos dentro. ¿Quién haría algo para hacerle mal a la panza de su mamá o a ustedes mismos?